En cuanto a la figura del perpetrador en nuestra casuística siempre fue la madre, de edad joven y de bajo nivel socioeconómico, sin empleo o de carácter precario, con dinámica familiar muy desestructurada en su mayoría (niños que viven con abuelos, madres solteras, separación de cónyuges, abandono del hogar por progenitores, etc.). Entre los antecedentes personales, destaca un caso con padecimiento de SMP en su infancia, así como de malos tratos en otro. En el 50% de los casos existían rasgos ansiosos - depresivos en las madres. También es reseñable, que en un caso, los padres estuvieran en prisión acusados de la muerte de un hijo, hermano de la referida.
En lo referente a la actitud de la madre, tanto con el personal sanitario como con la situación clínica del niño, encontramos a madres con actitud muy colaboradora con el personal sanitario y con actitud despreocupada, con la situación clínica de su hijo. En dos casos esta actitud fue descrita como de "excesiva preocupación". No hemos constatado la existencia en la figura perpetradora, de conocimientos sanitarios ni de experiencia previa en el cuidado de otras personas como se describe en la literatura.
Aunque los medios utilizados por el perpetrador son diversos y sorprendentes, es importante diferenciar:
• La "falsificación" de datos aportados al historial clínico.
• La "simulación" de signos: como la falsificación de pruebas añadiendo sangre menstrual, azúcar o material fecal a la orina; aparentar fiebre frotando el termómetro, etc.
• La "producción" de signos: tales como erupciones por estímulos mecánicos o substancias irritantes; administración de sedantes; provocación de asfixia por inhalación en bolsa de plástico o por oclusión mecánica con las manos; inducción de vómitos con jarabe de ipecacuana (frecuente en EE.UU. por su disponibilidad en botiquines familiares), etc.
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